Al ver que llevaba una guitarra, surgió una entretenida conversación en la que me desveló que era cantante aficionado y un apasionado de la música. Debió pensar que era alguien importante -ya que me habían traído de España a México para una sesión de grabación- y antes de bajarse en su parada me regaló un disco con 10 canciones que él mismo había editado.