El punto de inflexión, como bien señala, estuvo en lo que se ha llamado ‘la gran renuncia’ tras la Revolución Francesa, cuando los hombres, precisamente para diferenciarse del exceso de Versalles que tanto odiaban, adoptaron colores neutros y líneas sencillas y sobrias. López. «Creo que hemos recuperado esa idea un poco versallesca de la vestimenta masculina como decoro; esa idea de que la moda también puede ser exceso para los hombres. Y tampoco es tan moderno como queremos creer: Carlos III llevaba perlas, el Rey Sol llevaba perlas. Es muy curioso cómo la moda como decoro en los hombres se daba por hecho hace unos siglos».