Pienso en las imitaciones de Marisol -eso ya lo he comentado antes- y pienso que Aloma sigue estando igual. Pensar en nuestros padres, que pudieron ser otros sus amantes, acabando en jardín lleno de agujeros donde las bifurcaciones son los topos de una vida que no conocimos. Finalmente, uno se da cuenta que no podemos proteger a nuestros hijos del universo, que, en realidad, son ellos los que nos protegen del abismo con sus abrazos, con los días que, agotados, nos quedamos dormidos junto a ellos cuando tratamos de que se duerman.